martes, 21 de junio de 2011

CAPÍTULO 1

Bajé del tren cargada de bolsas y con mi maleta azúl cielo que tanto me encantaba, y que tanto odiaba mi madre. Siempre me achacaba los años que tenía esa maleta y la imagen que daba de mi si la llevaba, pero me apasionaba el toque tan Indiana Jones que me aportaba.
No sabía realmente qué hacía ahi. Había abandonado todo lo que tenía, lo que me hacía tan yo para volver a perderme en una ciudad nueva.
Caras nuevas, sitios nuevos... todo lo que realmente no necesitaba. Había intentado alargar el proceso lo máximo que pude, pero tarde o temprano la realidad te alcanza y te da de bruces en la cara. En ese momento, o tienes una maleta vieja y azúl como la mía llena de dinero para huir, o no te queda más remedio que sucumbir a la realidad.
Y ahí estaba yo, sucumbiendo.
Bajé las escaleras de la estación y busqué entre la gente alguna cara conocida, como si eso fuera posible. Ese día el cielo me sonrió y mi hermano me estaba esperando, dispuesto a ayudarme con el equipaje.
-¿Cómo ha ido el viaje? ¿Se te ha hecho muy largo?- preguntó Ramón.
Me limité a sonreir. Tenía las piernas engarrotadas de las tres horas en tren que había de viaje. Creí que la respuesta a esa pregunta tan estúpida era obvia.
Aún así, admiro la felicidad de Ramón. Las personas sin luces no paran de ser felices. No piensan, actuan por propia necesidad, y no se arrepienten de sus actos.
Yo en cambio, le doy vueltas a todo. Es otro bonito regalo de los genes maternos. Digo otro, porque el primer regalo que mi madre se lució en darme fue mi nombre, Ginebra.
Llegada a cierta edad, tu nombre puede ser una bendición o un suicidio social, y yo ya estaba harta de la típica broma fácil que se podía hacer con el mío:- Anda, ¡como la bebida!- Siiii rey mío si, como la bebida, o como la mujer del rey Arturo, al que dudo que conozcas por tu cara de cenutrio. Estoy segura de que si Ramón no fuera mi hermano, también me habría hecho esa broma al conocerme. Pero le quería igualmente.

Me hice la dormida durante el trayecto a casa, porque no quería responder a más preguntas obvias. Ojalá el viaje en coche hubiese sido más largo, pero en veinte minutos llegamos a nuestro destino. A partir de ese momento, mi vida se convirtió en una montaña rusa.

1 comentario:

  1. Me he enganchado!!! Buen comienzo.
    Un beso,Su.
    www.sulikesclothes.blogspot.com

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